Nobleza
Y élites tradicionales análogas en las alocuciones de Pío XII al Patriciado y a la Nobleza Romana
Plinio Corrêa de Oliveira
Opción preferencial:
Opción preferencial por los nobles: la expresión quizá pueda sorprender a primera vista a quienes se han familiarizado con una fórmula grata a Juan Pablo II: “opción preferencial por los pobres”. No obstante, es precisamente una opción preferencial por los nobles la que anima este libro.
La gran objeción que esta afirmación puede suscitar es que ex natura rerum —por lo menos— un noble tiene relaciones, es importante y rico. Por lo tanto, si incidentalmente se encuentra en una situación de penuria, cuenta con múltiples medios para salir de ella. La opción preferencial ha sido ya ejercida en su favor por la Providencia, que le ha dado todo lo necesario para recuperar su situación.
Exactamente lo contrario le ocurre al pobre: no es ilustre, no dispone de relaciones útiles, le faltan frecuentemente los recursos para remediar sus propias carencias. En consecuencia, una opción preferencial que le ayude a atender sus necesidades —al menos las esenciales— puede ser de estricta justicia.
Así pues, una opción preferencial por los nobles podría parecer un sarcasmo contra los pobres.
En realidad, esta antítesis entre nobles y pobres tiene cada vez menos razón de ser si se considera, conforme lo recuerda Pío XII en sus alocuciones al Patriciado y a la Nobleza romana, que la pobreza va alcanzando progresivamente un numero cada vez mayor de nobles, y que el noble pobre se encuentra en una situación más lamentable que el pobre no noble, pues este último, por las propias limitaciones de su condición, puede y debe despertar el sentido de justicia, así como la generosidad del prójimo.
¿Qué significa esta expresión?
Por el contrario, el noble, por el propio hecho de serlo, tiene razones para no pedir auxilio, y prefiere esconder su nombre y su origen cuando no le queda otro remedio sino dejar aparecer su pobreza. Es lo que, con expresivo lenguaje, se llamaba otrora pobreza vergonzante.
Atender las necesidades de estos nobles —así como las de los empobrecidos de cualquier otra clase social— era objeto de especial encomio por parte de los antiguos, y la caridad cristiana encontraba mil artificios para aliviar la situación de los pobres vergonzantes, a fin de que recibiesen la ayuda necesaria sin que sintieran herida su propia dignidad. (1)
Pero no sólo el pobre en recursos materiales merece una opción preferencial, sino también aquellos a quienes, por las circunstancias de su vida, tienen deberes especialmente arduos para cumplir, y les corresponde una mayor responsabilidad en el cumplimiento de esos deberes, tanto por la edificación que de ahí puede resultar para el cuerpo social, como, en sentido contrario, por el escándalo que su transgresión puede acarrear al mismo.
Como se muestra en la presente obra, (2) en estas condiciones se encuentran frecuentemente miembros de la Nobleza contemporánea.
La opción preferencial por los nobles y la opción preferencial por los pobres no se excluyen, y menos aún se combaten, según enseña Juan Pablo II: “Sí, la Iglesia hace suya la opción preferencial por los pobres. Una opción preferencial, nótese; no, por lo tanto, una opción exclusiva o excluyente, porque el mensaje de la salvación está destinado a todos.” (3)
Estas diversas opciones son modos de manifestar el sentido de justicia y caridad cristianas que no pueden sino hermanarse al servicio del mismo Señor, Jesucristo, modelo de los nobles y de los pobres, según nos enseñan con insistencia los Romanos Pontífices. (4)
Sirvan estas palabras de esclarecimiento para quienes, animados por el espíritu de lucha de clases —de momento en evidente declinio—, imaginan la existencia de una inevitable conflictividad en las relaciones entre el noble y el pobre. Esta intelección equivocada ha llevado a muchos de ellos a interpretar las palabras opción preferencial, usadas por S.S. Juan Pablo II, como preferencia exclusiva. Dicha interpretación, apasionada y facciosa, carece de cualquier objetividad. Las preferencias de alguien pueden incidir simultáneamente y con diversos grados de intensidad, sobre varios objetos; por su propia naturaleza, la preferencia por uno de ellos no indica de ningún modo una forzosa exclusión de los demás.
Notas:
1) Cfr. Documentos II.
2) Cfr. Capítulo I, 1 y 3; Cap. II, 1; Cap. IV, 9 y 10, Cap. VII, 8.
3) Ad Patres Cardinales et curiae Romanae Pontificalisque Domus Praelatos
4) Cfr. Cap. IV, 8; Cap. V, 6; Documentos IV
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal